Hablando de sillas

Dentro de una de esas largas sobremesas después de la cena de mi llegada a casa el fin de semana entre otras cosas se habló de una silla muy usada que hay aquí, digámoslo en palabras de mi madre "sí esa silla hablara contaría muchísimas historias", no es que sea el banquillo de los acusados, pero parece estar colocada en un lugar estratégico porque hasta se la pugnan los visitantes, bueno el caso es (dejando de lado las novedades/chismes por los cuales salió a flote el tema en casa) que mientras me contaban algunas historias de la silla (al final parece que si habla) estaba pensando en como todas esas cosas inanimadas a nuestro alrededor tienen muchísimas historias que contar, como es que nos tiramos a llorar en el brazo del sofá, confiamos nuestros sueños a la almohada (y no únicamente sueños), hablamos con el espejo, ni que decir de la PC en estos tiempos cibernéticos, y esto es sólo una ínfima lista. Los objetos llegan a ser más que eso en ocasiones, son parte de uno mismo.
Aun a veces pienso que mi nueva sala no tiene los recuerdos de la viejita, no, aquella tiene aun más historias, historias diferentes, de otros tiempos, de otros sentimientos, de otros, pero así como cambié de sala cambié de historias, aun quedan los recuerdos, pero ahora se generan nuevas historias, con nuevos elementos y creo que algún día cambiaré de sala otra vez, es todo un ciclo.